1.
Introducción
La
artritis reumatoide (AR) es una enfermedad inflamatoria crónica frecuente.
Sin duda pertenece a las enfermedades autoinmunes con una compleja red de
interacciones entre inmunidad adquirida e innata (Fig. 1). Es el resultado de
desregulaciones homeostáticas que manejan varios procesos fisiopatológicos
importantes. El conocimiento mejorado de los numerosos factores implicados en
la AR llevó a avances considerables en los últimos 15 años. La introducción
de los tratamientos dirigidos cambió profundamente la faz de la enfermedad, y
en segundo lugar produjo información importante sobre los mecanismos que
subyacen a la AR. Actualmente, la hipótesis predominante es que la AR implica
una sinergia deletérea entre varios procesos. Por lo tanto, la AR es una
enfermedad autoinmune caracterizada por la producción de dos anticuerpos
conocidos – el factor reumatoide y los anticuerpos antipéptido citrulinado
(ACPA) – contra autoantígenos comunes que se expresan ampliamente fuera de
las articulaciones. La AR es también una enfermedad crónica inflamatoria y
destructiva que implica muchas citocinas que actúan tanto en serie como en
paralelo, lo que significa cascadas de acción y redundancia. La expresión
clínica de la AR es tanto sistémica (fatiga, fiebre, anemia, afectación de
vasos y órganos) y local, donde la manifestación más devastadora es la
destrucción articular, que es atribuible en parte al proceso inflamatorio.
Modelos experimentales proporcionaron información valiosa sobre estos
diferentes procesos sucesivos o coexistentes.
2. Los
factores genéticos y la presión ambiental
El
impacto de los factores genéticos en comparación con los factores del medio
ambiente se refleja en las tasas de concordancia de 15-30% de la AR entre
gemelos monocigóticos, que es cuatro veces superior a la tasa de gemelos
dicigóticos. El riesgo relativo asociado con cada uno de los polimorfismos de
susceptibilidad es modesto, lo que quiere decir por lo tanto, que una prueba
genética de diagnóstico para la AR se encuentra en fase inicial. Sin embargo,
la identificación de factores de susceptibilidad genética puede proporcionar
conocimientos fisiopatológicos fundamentales, que a su vez pueden ayudar para
identificar posibles dianas terapéuticas. La región del genoma de mayor
importancia en todos los estudios sobre la AR es el locus del complejo mayor
de histocompatibilidad (CMH), que representa 30-50% de la susceptibilidad
genética para la AR, en función del grupo étnico. Los alelos HLA-DRB1 que
contienen el epítopo compartido (la secuencia QRRAA o KRRAA o RRRAA en las
posiciones 70-74) son factores de riesgo bien establecidos para la AR
o, más bien, se asocian de manera estrecha con la presencia del factor
reumatoide o los ACPA. En Europa, estos alelos son HLA-DRB1 *0101, * 0401, y
*0404, y en Asia son *0405 y *0901. La hipótesis es la existencia de un alelo
protector HLA-DRB1 (DERAA). Estos hallazgos son consistentes con el papel de
una selección de repertorio de la célula T y/o la presentación de antígeno en
la inducción de la respuesta autoinmune en la AR.
Otros
polimorfismos genéticos implicados en la susceptibilidad genética para la AR
tienen un impacto menor, con riesgos relativos individuales menores de 1.5 en
la mayoría de los casos. Por lo tanto, un polimorfismo en PTPN22 (que
codifica una tirosina fosfatasa que ejerce un efecto de retroalimentación
negativa sobre la transmisión de la señal generada por el receptor del
antígeno de células T [RCT]) está implicado no sólo en la AR, sino también en
otras enfermedades autoinmunes tales como la diabetes tipo 1, el lupus y la
enfermedad de Graves. En la AR positiva para ACPA, se involucran otros genes
de regulación inmune. Pueden implicar la transmisión de señales dependiente
del factor nuclear κB y la estimulación, la activación o la diferenciación de
células T (TRAF1-C5, c-REL, CTLA4). La AR negativa para ACPA parece depender
de otros conjuntos de genes, que involucran HLA-DRB1* 03 o factores
reguladores de interferón (respuesta de interferón 5).
Un
avance importante en la descripción de las interacciones entre los genes y el
medio ambiente fue la observación del tabaquismo como un factor de riesgo
clave para la AR. Una historia de tabaquismo de más de 40 paquetes al año se
asocia con un aumento de 2 veces en el riesgo de AR (en comparación con los
no fumadores), que persiste después de dejar de fumar. El efecto de fumar
está fuertemente influenciado por el fondo genético. Por ejemplo, el riesgo
de desarrollar AR con ACPA es 21 veces mayor en los fumadores con dos copias
del epítopo compartido (en comparación con los no fumadores sin el epítopo
compartido). Otros factores bronquiales de estrés, tal como el sílice se
describieron también como factor de riesgo para AR grave. Los agentes
infecciosos también se vinculan a la AR como factores ambientales. Entre
ellos, Porphyromonas gingivalis, asociada con enfermedad periodontal, se
encuentra claramente en muchos pacientes.
3. La
artritis reumatoide es una enfermedad autoinmune
Considerables
esfuerzos realizados para identificar autoantígenos dentro de las
articulaciones produjeron pocos resultados tangibles. Los objetivos más
específicos identificados hasta la fecha son epítopos péptidos deiminados
reconocidos por ACPA. Los péptidos deiminados son péptidos citrulinados que
se encuentran en muchas proteínas de la matriz tales como la filagrina, la
queratina, el fibrinógeno y la vimentina y se encuentran también en la
enolasa alfa. Así, el desarrollo de ACPA indica la pérdida de la tolerancia a
la citrulinacion postraduccional. La peptidil arginina deiminasa 4 (PADI4)
hace modificaciones postraduccionales, y actúa en la citrulinacion de las
proteínas de la mucosa. El tabaquismo se asocia con aumento en la
citrulinacion en los tejidos pulmonares y con el desarrollo de ACPA. El
vínculo con hallazgos genéticos es fuerte. Por lo tanto, un polimorfismo en
PADI4 desempeña un papel en los asiáticos, posiblemente por influencia de la
citrulinacion de proteínas y, por lo tanto, la formación de antígenos
citrulinados y el desarrollo de ACPA. Otro ejemplo es la observación de que
la mitad de los pacientes con AR presentan niveles detectables de anticuerpos
contra la enolasa alfa citrulinada, en asociación con el tabaquismo y
HLA-DRB1* 04 y PTPN22. Además, PADI4 también se expresa por P. gingivalis y
es capaz de participar en la citrulinación de proteínas de mamíferos. Los
ACPA aparecen como la piedra angular de la autoinmunidad en la AR. La
detección de los ACPA se utiliza actualmente como un diagnóstico y factor
pronóstico.
Los
mecanismos que subyacen a la función de los agentes infecciosos (tales como
el virus de Epstein Barr) a veces todavía no están claros. El mimetismo
molecular es una hipótesis elegante y popular. El factor reumatoide
puede ser inducido por la formación de complejos inmunes durante la
infección.
Otra
modificación después de la traducción consiste en la glicosilación de la IgG
y se implicó en el desarrollo del factor reumatoide. Sin embargo, no se
estableció si esta modificación es específica de la AR. Estudios recientes
sugieren fuertemente la pérdida de tolerancia a varias modificaciones
postraduccionales en la AR. En consecuencia, estudios de pacientes con AR
identificaron autoanticuerpos para PADI-4 y para varias moléculas de
transmisión de señales como BRAF (dominio catalítico del homológo B1 del
oncogen viral del sarcoma murino v-raf), PKCβ1 (proteína cinasa Cβ1), y
PIP4K2C (fosfatidilinositol 4 fosfato 5 cinasa tipo II γ). La edad de inicio
de la AR sugiere que los procesos autoinmunes se pueden relacionar más
estrechamente a la pérdida de la tolerancia periférica que a la pérdida de la
tolerancia central (tímico). Además, las células T de pacientes con AR
presentan un fenotipo senescente con un ritmo considerablemente más rápido de
acortamiento de los telómeros en comparación con los controles. La reparación
de los telómeros es defectuosa, con represión transcripcional de la enzima
transcriptasa reversa telomerasa humana (hTERT), lo que también aumenta la
susceptibilidad de las células T a la apoptosis. La evidencia sugiere una
renovación proliferativa excesiva de las células T CD4+ no expuestas
previamente en la AR.
4. De
la autoinmunidad a la sinovitis
Los
ACPA y el factor reumatoide se pueden desarrollar más de 10 años antes de la
aparición clínica de la AR. Esta fase preclínica es más larga en pacientes
que son mayores al inicio de la AR. Otras anomalías preclínicas pueden
incluir elevaciones en los niveles séricos del receptor del FNT-α tipo II (un
inhibidor de origen natural del FNT), la IL-15, y la IL-6. Por lo tanto, la
autoinmunidad y la estimulación de la inmunidad innata están en sinergia para
el desarrollo de la AR.
Los
ACPA son claramente patógenos, como se demostró por estudios de modelos
animales. Los péptidos citrulinados se encuentran no sólo en la membrana sinovial,
sino también en muchos otros órganos. Sin embargo, una respuesta local inmune
sinovial se lleva a cabo dentro de la articulación. Así, en una minoría de
pacientes con AR, que sirven como una fuente única de información, los
folículos linfoides se encuentran dentro de la membrana sinovial. Estos
folículos son idénticos a los que se encuentran en los ganglios linfáticos, y
la membrana sinovial por lo tanto se puede comparar a un órgano linfoide
secundario capaz de estimular células T y B. La respuesta autoinmune local
puede actuar de forma importante como un proceso patogénico. Las
características de las células T sinoviales indican el agotamiento de los
linfocitos, con pérdida de la cadena CD3 ζ. La estimulación crónica del RCT
responsable de las alteraciones en los perfiles de la transcripción y las
respuestas a estímulos puede explicar estos cambios.
La
angiogénesis sinovial es un factor clave para el desarrollo de la sinovitis.
Probablemente el factor proangiogénico más importante es el VEGF que existe
como varias isoformas producidas por corte y empalme alternativo. El VEGF
puede producirse en respuesta a todos los estímulos que están presentes en el
interior de la membrana sinovial reumatoide: la inflamación (por medio de
citocinas proinflamatorias como FNT-α e IL-1, y otras moléculas como las
prostaglandinas), la hipoxia (por medio de factores de inducción de hipoxia
[HIFs]), la proliferación celular y la apoptosis reducida (por medio de
moléculas como la survivina).
Los
efectos de VEGF incluyen un aumento en la permeabilidad de los vasos
sanguíneos, en la proliferación y la migración de las células endoteliales.
El VEGF se une a dos receptores de tirosina cinasa, VEGFR-1 y VEGFR-2, que se
expresan principalmente por células endoteliales. Las angiopoyetinas 1
y 2 (Ang-1 y Ang-2) y sus receptores Tie-1 y Tie-2 son las moléculas
identificadas más recientemente. La angiopoyetina 1, es un quimiotáctico y
mitógeno débil para las células endoteliales y actúa de forma sinérgica con
el VEGF para promover la maduración y la estabilización de los vasos recién
formados. La angiopoyetina 2 se cree generalmente que es un antagonista
natural de la angiopoyetina 1 que sensibiliza a las células endoteliales para
los efectos del VEGF.
Muchos
otros factores de crecimiento producen una respuesta inflamatoria con
proliferación del pannus, como el factor de crecimiento derivado de las
plaquetas (PDGF), el factor de crecimiento fibroblástico (FGF), el factor de
crecimiento tipo insulina 1 (ILGF-1) y otros, y su equilibrio se involucra
probablemente en el proceso de remodelación y estabilidad.
Los
leucocitos se infiltran en la membrana sinovial para resultar en sinovitis.
La migración celular se produce antes de la proliferación sinovial, y ambas
son necesarias para causar el daño crónico. La arquitectura sinovial se
reorganiza y cambia el fenotipo de los sinoviocitos. La membraba sinovial
contiene tanto sinoviocitos tipo fibroblasto (FLSs) y macrófagos residentes.
El aumento del número de sinoviocitos se da por una acumulación de macrófagos
del compartimento medular y la proliferación de FLSs. Esta proliferación se
estimula por el microambiente inflamatorio, y resulta en el cambio de una
curva de amplificación de la inflamación, con niveles altos de citocinas
inflamatorias, metaloproteinasas. Las causas de esta proliferación incluyen
la resistencia adquirida a la apoptosis, la expresión de proteínas de estrés,
y la producción de sinoviolina.
Un
mecanismo descrito más recientemente es la migración de las células
sinoviales de una articulación a otra, como se mostró en un modelo múrido. Un
estudio reciente mostró que los FLSs se organizan dentro del tejido sinovial
por medio de interacciones célula a célula mediadas por la caderina 11. En
ausencia de la caderina 11, la membrana sinovial se desorganiza.
5.
Desequilibrios de citocinas implicados en la sinovitis
Las
citocinas forman una red intrincada y redundante cuyo equilibrio global
depende de múltiples interacciones. Con respecto a la inflamación, el
resultado en un punto dado en el tiempo es tanto la progresión o la
resolución del proceso inflamatorio. Sin embargo, ninguna de las citocinas
tiene un solo efecto y ninguna de las fases del proceso inflamatorio depende
de una sola citocina. Por lo tanto, la red de citocinas es pleiotrópica y
redundante. La inflamación que caracteriza a la AR se atribuye a un
predominio de los efectos de las citocinas proinflamatorias más que de las
citocinas antiinflamatorias. Los avances terapéuticos recientes arrojaron luz
sobre varios componentes de este sistema complejo, y se identificaron pares
dentro de los grupos.
5.1
Factor de necrosis tumoral
El
FNT-α, producido por macrófagos activados y células T, ejerce sus efectos
proinflamatorios después de la unión a uno de sus receptores, p55 (FNT-RI) o
p75 (FNT-RII). El receptor p55 se expresa en la mayoría de los tejidos y el
receptor p75 en células del sistema inmune. Estos receptores se convierten en
inhibidores naturales del FNT cuando se liberan en el torrente sanguíneo
después de la escisión enzimática. El FNT-α ejerce sus efectos
proinflamatorios en muchas enfermedades autoinmunes como la AR, la enfermedad
de Crohn, la colitis ulcerosa, y la psoriasis. Sin embargo, la evidencia
reciente indica que el FNT-α también puede tener efectos antiinflamatorios.
La
inyección de FNT-α exógeno disminuye la gravedad del lupus en un modelo
múrido y de la diabetes en ratones NOD. Los antagonistas del FNT-α son
claramente eficaces en un gran número de pacientes con AR. En unos pocos
casos, sin embargo, la terapia con antagonistas del FNT-α resulta en la
inducción de síndromes parecidos al lupus. La influencia proinflamatoria del
FNT-α en la AR se relaciona tanto a efectos directos mediados por la
inducción de otras citocinas proinflamatorias, metaloproteinasas, y radicales
libres; y a la modulación de las células T reguladoras (Treg). Además, los
antagonistas del FNT-α utilizados para el tratamiento de la AR inducen la
aparición de una subpoblación de Treg distintiva CD4+CD25+Foxp3+DC62L-.
Los
efectos antiinflamatorios paradójicos del FNT-α pueden ser mediados en parte
por la vía de las Tregs. El FNT-α se une al receptor 2 del FNT que se expresa
preferencialmente en la superficie de las Treg, con lo que activa y promueve
el desarrollo de Treg. Los datos de pacientes con AR y la evidencia más
reciente obtenida en ausencia de la enfermedad son consistentes con los
efectos paradójicos del FNT-α sobre las Tregs. El FNT-α puede tener
diferentes efectos en las Tregs que ocurren naturalmente o las inducidas.
5.2
Interleucina-1
La
familia de citocinas de la interleucina-1 (IL-1α, IL-1β, 1L-18 e IL-33) se
expresa en la AR. Promueven la activación de leucocitos, células
endoteliales, condrocitos, osteoclastos. La IL-1 es el prototipo de citocinas
proinflamatorias. Hay dos receptores de IL-1, IL-1RI e IL-1RII. El
efecto de la IL-1 se contrarresta directamente por un antagonista que ocurre
naturalmente que previene la activación de estos receptores (antagonista del
receptor de IL-1 [IL-1Ra]). El IL-1Ra se produce sobre todo por monocitos en
respuesta a la estimulación por una citocina antiinflamatoria. En la
superficie celular, el IL-1RII, en contraste con el IL-1RI, no transmite la
señal y actúa como un receptor señuelo que se une e inhibe a la IL-1 en la
membrana celular. En el suero, ambos receptores de IL-1 pueden unirse a IL-1,
así se regula la biodisponibilidad de la citocina. Algunos pacientes producen
anticuerpos para IL-1, que sirven como un mecanismo extremo para antagonizar
los efectos principales de la IL-1 sobre la inflamación. La regulación del
equilibrio IL-1/IL-1Ra es compleja. En varias situaciones, uno de estos dos
factores se modifica sin que el otro se afecte directamente. La
apolipoproteína A1, una proteína de fase aguda con efectos antiinflamatorios,
disminuye la expresión de la IL-1, pero no del IL-1Ra. Además, el IFN-β, el
TGFβ, la IL-4, y la IL 13 aumentan la expresión del IL-1Ra mientras
disminuyen la producción de la IL-1.
La
IL-18 puede inducir la producción de IFNγ. El precursor de IL-18 liberado por
los macrófagos, las células dendríticas, los osteoblastos y los fibroblastos
sinoviales se escinde por la caspasa-1 (también conocida como la enzima
convertidora de la IL-1). Las células que llevan el receptor de IL-18
(IL-18R) incluyen linfocitos T no expuestos previamente, células Th1 maduras
y células sinoviales macrófagas y fibroblásticas. La actividad del IL-18R se
regula por la presencia de la proteína de unión de la IL-18 (IL-18BP) y
por una de las cadenas del IL-18R (IL-18Rα), que se encuentra en el suero. LA
IL-18 actúa generalmente como un activador potente Th1. La IL-18 inhibe la
proliferación de condrocitos, incrementa la producción de quimiocinas,
estimula la angiogénesis, e induce la producción de sintasa de óxido nítrico
y ciclooxigenasa 2. Estudios clínicos evaluaron la IL-18BP en la AR y la
psoriasis. La IL-18 induce la liberación de la IL-32, una citocina que se
sobreexpresa no sólo en la AR, sino también en el asma y la enfermedad
intestinal inflamatoria. La IL-32 induce la expresión de FNT-α, IL-1 e IL-6.
La
IL-33, que también se llama IL-1F11, actúa mediante la unión a su receptor
ST2. El proceso de transmisión de señales de las células es idéntico al
inducido por los efectos de la IL-1. Los efectos son tanto pro o
antiinflamatorios, según el modelo. Los efectos de la IL-33 pueden ser
mediados por una acción sobre las células cebadas. El receptor ST2 soluble
disminuye la producción de citocinas proinflamatorias y la gravedad de la
artritis experimental inducida por colágeno (CIA). Los ratones que carecen de
ST2 desarrollan una forma más leve de la CIA. En general, los estudios
publicados sugieren un efecto predominantemente proinflamatorio de la IL-33
en modelos de artritis, pero esto está lejos de ser una conclusión
definitiva.
5.3
Interleucina-6
La IL-6
también es una citocina proinflamatoria que conduce la activación local
sinovial de leucocitos y la producción de anticuerpos. También media algunas
manifestaciones sistémicas de la AR, tales como astenia, anemia, mediadora de
respuesta de fase aguda, metabolismo de lípidos. El receptor de la IL-6 tiene
dos cadenas, una específica para la IL-6 (IL-6Rα), mientras que la otra
(gp130) es compartida con otros receptores de citocinas (por oncostatina,
IL-11, factor neurotrófico ciliar 1, cardiotropina-1, y factor inhibidor de
la leucemia). Ambas subunidades del receptor de IL-6 existen en forma
soluble. La forma soluble de IL-6Rα puede unirse a la IL-6, y así inducir la
transmisión de señales. Así, el IL-6Rα puede actuar como un agonista, que
amplifica la señal de la IL-6. También se reportan efectos antagónicos de la
IL-6Rα soluble y pueden explicar que la IL-6 exhiba en ocasiones propiedades
antiinflamatorias. La forma soluble de gp130 es antiinflamatoria.
Muchas
otras citocinas desempeñan un papel en la sinovitis de la AR, tales como
GM-CSF, IL-17, BLyS, APRIL. Entre la miríada de interacciones generadas por
este entorno sinovial complejo, algunas de ellas parecen variar de acuerdo a
la etapa de la enfermedad; por ejemplo, IL-4, 13 y 15 podrían identificar un
perfil de expresión de la AR temprana.
6.
Inmunidad adaptativa versus innata en la sinovitis
6.1
Células efectoras innatas en la sinovitis reumatoide
El
líquido sinovial y el tejido sinovial tienen muchos tipos de células
efectoras innatas. Los macrófagos (predominantemente fenotipo M1) son los
efectores principales de la sinovitis, actúan por medio de la secreción de
citocinas, principalmente FNT-α, IL-1β, IL-6; producen mediadores de
inflamación de vida media corta, metaloproteinasas, fagocitos y se vuelven
hacia la fagocitosis y mejoran la presentación de antígeno. La activación de
macrófagos se impulsa por citocinas, contacto celular (con células T
activadas), receptores tipo toll (TLRs) (principalmente TLR 2/6, 3, 8) y
receptores parecidos a los nucleótidos que se unen a dominios de
oligomerización (NOD) (NLRs). Los microorganismos o ligandos endógenos pueden
activar estos TLRs y NLRs.
Los
mastocitos y las células asesinas naturales también se encuentran en el
tejido sinovial reumatoide. Los neutrófilos parecen ser predominantes en
el fluido sinovial, también están presentes en la membrana sinovial y
podrían tener un papel central, como lo demuestran en modelos de ratón con
artritis.
6.2 El
desequilibrio Th1-Th2
El
sistema inmune adaptativo está en el centro de la AR temprana, y también
participa en la perpetuación de la enfermedad. Las células T cooperadoras
CD4+ se encuentran en la membrana sinovial reumatoide (Tabla 1). Desde la
descripción seminal por Mosmann et al., dos subconjuntos de células T están
bien caracterizadas. Uno de estos subconjuntos produce IFNγ pero no IL-4
(Th1) y el otro produce IL-4, pero no IFNγ (Th2). La AR se caracteriza por un
cambio marcado hacia el fenotipo Th1, que se describe como proinflamatorio,
con sobreproducción de IFNγ e inadecuada producción de citocinas Th2 como
IL-4 e IL-13. El resultado del fenotipo Th1 es la expresión de factores de
transcripción tales como T-bet y STAT4, mientras que el fenotipo Th2 resulta
de la expresión de STAT6 y GATA3. Los estudios establecieron de forma gradual
que el fenotipo Th1 fracasó en explicar todos los mecanismos involucrados en
la AR, tales como el rol paradójico del IFNγ en la artritis experimental.
Aunque los linfocitos Th1 desempeñan un papel importante en la inflamación,
su función principal es combatir los microorganismos intracelulares.
6.3 El
balance Treg/Th17: un nuevo paradigma en la AR
El
paradigma de atribuir un papel clave a un desequilibrio Th1/Th2 en la AR se
refinó recientemente por la identificación de los subgrupos de linfocitos T17
y T regulador (Treg). Los linfocitos Th17 producen IL-17A, una citocina
asociada con la enfermedad inflamatoria crónica (y conocida como IL-17A en la
nomenclatura actual). La diferenciación de los linfocitos no expuestos previamente
a células Th17 depende del factor nuclear de transcripción RORC2 (RORγT en
ratones). La expresión de mRNA para RORC2 se induce cuando la IL-6 y el TGFβ
activan STAT3. El efecto de las células Th17 está directamente contrarrestado
por las células Th2, ya que la IL-4 es un inhibidor potente de la
diferenciación Th17. Las células Th17 usualmente no producen IFNγ, pero
existen excepciones. IL-17 induce la expresión por fibroblastos de la IL-1,
la IL-6, el FNT-α, la sintasa inducible por óxido nítrico, las metaloproteinasas,
y las quimiocinas.
La
IL-23 es un heterodímero que pertenece a la familia de la IL-12 y que
comprende dos subunidades, p40 y p19. La IL-23 permite la expansión y la
activación de las células Th17, que se diferencian bajo la influencia de un
grupo de citocinas sinérgicas (TGFβ, IL-6, IL-1 e IL-21). La inhibición de
IL-23 por inmunización activa específica (vacunación contra p19) inhibe la
CIA. Los resultados reportados con ustekinumab son difíciles de interpretar,
ya que este anticuerpo monoclonal se dirige a la subunidad p40, que es
compartida por IL-23 e IL-12. La IL-17F (que se asemeja a la IL-17A), la
IL-21, y la IL 22 también se producen por las células Th17. La IL-21 expande
el subconjunto Th17 y ejerce efectos proinflamatorios marcados al actuar
sobre las células T, las células NK y NKT, y las células B productoras de
autoanticuerpos.
Las
células T también pueden diferenciarse a células Treg al exhibir el fenotipo
CD4+CD25+alto. Las Tregs expresan el factor de transcripción FOXP3. La función
de las celulas Treg parece disminuir durante las recaídas de la AR y puede
restaurarse por varios tratamientos específicos como los antagonistas del
FNT-α y el rituximab. La mejoría de la AR durante el embarazo podría deberse,
en parte, a la expansión de Treg.
Como
una primera aproximación, los factores que promueven el desarrollo de las
células Th17 inhiben el desarrollo de las Treg, y viceversa. La citocina
IL-35 se produce por las Treg e induce efectos supresores. La IL-35 también
pertenece a la familia de la IL-12 y tiene tanto una cadena compartida con la
IL-27 (EBI3) y una cadena específica.
6.4
Inmunidad adaptativa humoral
Las
células B están presentes en el tejido sinovial en contacto estrecho con las
células T. Están involucrados un ligando inductor de proliferación (APRIL),
un estimulador de linfocitos B (BLyS) y quimiocinas CC y CXC. La eficacia del
rituximab, un anticuerpo monoclonal anti-CD20, confirmó el papel esencial de
las células B en la patogénesis, como se demuestra claramente en modelos
experimentales.
Al
tratar de comprender bien los mecanismos en los que participan dos factores
de contrapeso entre sí o los efectos de los tratamientos dirigidos, se debe
tener en cuenta un hecho crucial: debe ocurrir el contacto célula a célula
entre las células T y los fibroblastos sinoviales. El contacto célula a
célula, que está mediado por la unión del ligando al receptor, induce la
producción de metaloproteinasas e inhibe la producción de proteínas de la
matriz. El FNT-α expresado en la membrana de células T está entre los
factores que pueden estar implicados en esta interacción. Otro factor de gran
importancia para la destrucción de las articulaciones es la expresión, por
células T CD4+ que infiltran la membrana sinovial, de RANK-L, que hace que
los monocitos se diferencien en osteoclastos.
7.
Destrucción articular
La AR
es una enfermedad potencialmente devastadora debido a su potencial en la
destrucción de las articulaciones. La destrucción articular es en gran parte
debida a la inflamación crónica, aunque en cierta medida parece ser
independiente del proceso inflamatorio. La destrucción de cartílago y hueso
es, en parte, mediada por distintas vías patológicas. Por ejemplo, los
osteoclastos abundantes que son característicos de la inflamación reumatoide
dañan directamente el hueso, aunque no aparecen afectar al cartílago. Varios
estudios sugirieron que los sinoviocitos tipo fibroblastos median el daño al
cartílago. La membrana sinovial, por lo tanto, no es una víctima inocente de
la infiltración de células inflamatorias. Más bien, es un posadero que regula
la entrada y el comportamiento de las células inflamatorias itinerantes,
potencialmente problemáticas así como su propia capacidad para dañar partes
específicas de su entorno
Hay
varios factores que actúan juntos para causar la destrucción del tejido:
- El
tejido sinovial se hipertrofia por medio de la proliferación de las células
sinoviales y la migración de monocitos y fibroblastos desde el torrente
sanguíneo. El resultado es el desarrollo del pannus reumatoide, que se
asemeja a un tumor, de acuerdo a su capacidad para la autoperpetuación e
invasión agresiva de tejidos vecinos.
- El
desarrollo de osteoclastos y destruir directamente el hueso sobre la membrana
sinovial.
- La
función de los condrocitos se altera. Las células Th1 y Th17 alteran la
síntesis de colágeno, lo que afecta la reparación del cartílago. Las células
Th2, en contraste, inducen procesos implicados en la reparación del
cartílago, como la síntesis de colágeno.
- La
Wnt (proteína de integración en MMTV perteneciente a la familia de las
proteínas sin alas) desempeña un papel fundamental en la vía de la
remodelación ósea. El inhibidor de la vía de Wnt dickkopf-1 regula
directamente el grado de resorción ósea (que aumenta con el nivel de
expresión de dickkopf-1). La osteoprotegerina puede inhibir la diferenciación
osteoclástica, incluso en un ambiente inflamatorio.
La
ruptura de la cortical del hueso permite el acceso sinovial a la medula ósea,
lo que provoca la inflamación de la médula ósea (osteítis como se observa en
la resonancia magnética), en la que agregados de células T y B reemplazan
gradualmente la grasa ósea. No está claro si estas lesiones ocurren en
conjunción con erosiones inducidas en la membrana sinovial o si la osteítis
de forma necesaria o independiente precede a la erosión. Es concebible que la
artritis reumatoide comience en la médula ósea y, posteriormente, involucre
la membrana sinovial.
El
resultado final de los eventos antes descritos, que se producen de forma
sucesiva o simultánea, es el dolor y la discapacidad debidos a la inflamación
y la destrucción del tejido. De manera interesante, virtualmente todos los
pacientes con AR experimentan estos eventos como exacerbaciones separadas por
fases de remisión. Como cada fase de remisión imita la resolución de la
enfermedad, la identificación de los mecanismos que conducen a una remisión
es ahora un objetivo de investigación. Pero el objetivo final es la
resolución de la enfermedad asociada a la reparación de los tejidos. La
mayoría de los modelos experimentales disponibles replica estrechamente la
exacerbación de la enfermedad. Estos modelos se componen de enfermedades
agudas o subcrónicas que imitan una exacerbación de la AR, a diferencia de la
enfermedad global. Los ejemplos incluyen la CIA, los ratones KRN y la
artritis inducida por antígenos. Los tratamientos dirigidos, algunos de los
cuales se introdujeron sólo recientemente, se desarrollaron de acuerdo al
conocimiento de los mecanismos implicados en las exacerbaciones de la
enfermedad. Podemos estar seguros de que el futuro próximo proporcionará los
medios para erradicar la AR. Por último, los autores dedican este trabajo
como parte de la edición especial que rinde homenaje a Pierre Youinou, parte
de la serie especial del Journal de Autoinmunidad que honra las
contribuciones de los autoinmunólogos.
Centro
Regional de Alergia e Inmunología Clínica CRAIC. Hospital Universitario Dr.
José Eleuterio González UANL, Monterrey, México
Dra.
med. Sandra N. González Díaz Jefe y Profesor
Dra.
Claudia Gallego Corella
Profesor
Dr.
Luis Alfredo Domínguez Sansores Residente 2º Año
Dra.
Alejandra Macías Weinmann Profesor
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Sociedad Latinoamericana de Alergia,
Asma e Inmunología
SISTEMA DE CONTENIDOS DESARROLLADO POR CONNMED
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